¿Para qué votar si no hay claridad?


Por: Álvaro Rodríguez Díaz

 @LosCuernos

La última semana de octubre sirve de marco para que los colombianos, seleccionemos la propuesta más acorde a las necesidades de nuestros departamentos, ciudades y municipios a través del proceso electoral. Lo llamativo de estas elecciones y de los últimos procesos electorales es que hace bastante tiempo se busca quien llene esos vacios de liderazgo que se evidencian en muchas de las entidades territoriales. Hay una queja común y sobre todo una gran falencia, que ha hecho carrera y que atribuye la actual situación del país a que no hay verdaderos líderes, motivando esta frustración colectiva a una concepción de liderazgo que se columpia entre el caudillismo y el mesianismo.

A lo largo y ancho de la historia del mundo, todos los pueblos en crisis han buscado a alguien que los salve de la hecatombe y de sus miserias. Pero infortunadamente esa visión de liderazgo, personalista y unidimensional, ha sido invadida por un fanatismo enfermizo y bastante peligroso como equivocado. Los “súper héroes” son buenos para los cómics pero no para regir los destinos de una sociedad tan convulsionada como la nuestra. Hemos entrado en la tendencia mesiánica desde hace casi 10 años, donde siempre esperamos a que un candidato se tropiece con la presidencia o la alcaldía sin haber pensado y dimensionado el país o un municipio en serio.

La campaña en Bogotá, pudo ser un verdadero escenario privilegiado que los candidatos hubieran podido aprovechar para hacerse un examen autocrítico, y de frente a la ciudad, y enviar un mensaje renovador para tratar de sintonizarse con una ciudad destruida, acéfala y escéptica gracias a las “pilatunas” de los Moreno Rojas y los Nule. Pero no, era demasiado pedir, el debate infortunadamente debía centrarse en el fanatismo de los que creen en Uribe y los que No, desviando la construcción y diseño de ciudad en propuestas populacheras, acusaciones, señalamientos y tonterías que no le hacen ningún bien al ejercicio democrático. Si por algunos minutos nos quitáramos la careta de la indiferencia o del “fervor sin sentido”, nos daríamos cuenta que lo que hubo fue la presentación simultánea y hasta cantinflesca de lo mismo de antes: los supuestos honestos y transparentes contra los otros.

Hace rato vivimos y hasta disfrutamos de las ‘campañas Frankenstein’, un conjunto de propuestas ideológicamente muertas, defendidas a través del insulto, las redes sociales y la critica culebrera y novelera, que lo único que hace es confundir al votante y aburrirlo cada vez más con la democracia. En definitiva esta campaña es una tolda de retazos que lo único que hace es que se pierda el interés real por lo que puede generar cambios en Bogotá. Lo sorprendente es que en las dos campañas que supuestamente lideran las encuestas, todavía se ven deambular, muy disimuladamente  por sus corredores,  a los mecánicos y ajustadores de las tuercas clientelistas y la  aceitada maquinaria electorera.

Es por esto que en estas elecciones, la razón nos invita a jugar un papel fundamental en el desarrollo de una ciudad más justas e incluyente, donde la realización de proyectos de vida sea facilitado y no castrados por diferentes actos de violencia, de corrupción o de indiferencia originados por tantas causas sin razón. Es por eso importante ser irreverentes en nuestro voto, para que de verdad mostremos que nos duelen nuestras instituciones y sus manejos, sin dejarnos llevar por promesas mesiánicas, ni por profetas en redes sociales, que con acomodos, poca coherencia y con apasionamientos pendejos, que no lleven a nada sano sino a la triste confrontación y a la poca aceptación y respeto por la diferencia, buscan impresionarnos con bazofia y no con las soluciones reales a los problemas sociales que afectan a la ciudad y que nos obligan a una participación real y activa.

Si andamos buscando un líder, debemos empezar a disfrutar de un don maravilloso con el que contamos los seres humanos: la autonomía, una opción que nos ayuda a encontrar la verdad, la justicia y la coherencia, que es vital para desafiar la ortodoxia y sobre todo dejar lo virtual y aterrizarlo en lo real.

Esas son las herramientas que construyen la equidad y la justicia social, que el mamertismo exige a los cuatro vientos y que no aplica ni al interior de sus filas; esa es la responsabilidad y el compromiso que los “derechistas” encuentran en su “Mesías de turno” tapando como los gatos sus desechos e inmundicias. Es por eso que es importante votar y participar, saliendo del “antifaz” y la “corzotón” y los simbolismo de los actos, que escudan el “fuequequeismo crónico” del que sufrimos, donde siempre hay una excusa para todo dejando de lado la verdadera acción ciudadana.

Por eso es importante votar y apoyar la claridad, al final de cuentas es la tarea de todos, y la obligación de ellos es que realmente se cumpla.

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